Pintar es una excelente forma de renovar tus espacios y transformar el ambiente de tu hogar. Además de darle un nuevo aire a cada rincón, puede influir positivamente en tu estado de ánimo. Pero para lograrlo, es fundamental saber cómo elegir la pintura adecuada. Ahora vamos a contarte qué cosas deberías tener en cuenta para elegir la pintura ideal.
Si estás pensando en renovar espacios como la sala, el comedor o los dormitorios, lo ideal es usar pinturas para interiores. Estas ofrecen buena cobertura, variedad de acabados decorativos (mate, satinado, semibrillante) y están formuladas para resistir el uso diario sin perder color. Además, muchas opciones permiten una fácil limpieza, lo que es perfecto para hogares con niños o mascotas.
Las fachadas, muros exteriores y terrazas están expuestas al sol, la lluvia y la humedad, por lo que requieren pinturas especiales para exteriores. Estas están diseñadas para proteger las superficies del desgaste climático, evitar el deterioro y conservar el color por más tiempo. Algunas incluso tienen propiedades impermeabilizantes o anti-hongos, ideales para zonas con alta humedad.
Estos ambientes tienen condiciones particulares: vapor, grasa, humedad constante y limpieza frecuente. Por eso, necesitas pinturas lavables, resistentes al moho y con buena adherencia en superficies como cerámica, concreto o drywall. Las pinturas para cocina y baño suelen tener acabados semibrillantes o satinados que facilitan la limpieza sin dañar el color.
Si tu objetivo es renovar puertas, estantes, marcos o muebles, lo mejor es usar pinturas específicas para madera o metal. Estas pinturas ofrecen acabados decorativos (mate, brillante, efecto vintage) y una alta durabilidad frente al roce y al uso. También hay opciones en spray o esmaltes que permiten una aplicación más precisa y rápida en superficies pequeñas o con detalles.
El acabado de la pintura define cómo se verá la superficie una vez seca: si será brillante, opaca o con un toque de luz. También influye en la resistencia, facilidad de limpieza y estilo decorativo.
Acabado sin brillo, ideal para lograr un look elegante y moderno. Disimula imperfecciones en las paredes y es perfecto para salas, dormitorios y techos. No es el más fácil de limpiar, por lo que se recomienda en espacios de bajo tránsito.
Tiene un leve brillo que aporta luminosidad sin ser muy reflejante. Es fácil de limpiar y resistente al roce, por lo que funciona muy bien en pasillos, comedores y habitaciones infantiles. Combina estética y funcionalidad.
Ofrece más brillo que el satinado, con una superficie más resistente y lavable. Es ideal para cocinas, baños y zonas donde hay humedad o se necesita limpieza frecuente. También se usa en puertas y molduras.
Además de la pintura, es importante contar con los implementos adecuados para lograr un buen acabado. Una bandeja te ayudará a distribuir la pintura de forma pareja, y puedes usar brochas o rodillos según el tipo de superficie. Para lograr bordes definidos sin manchar, la cinta masking tape es ideal. Antes de pintar, prepara la superficie con una lija para retirar pintura vieja, y usa pasta para muro si necesitas cubrir imperfecciones. La espátula te servirá para aplicar esta pasta de manera uniforme. Si vas a usar esmalte o pintura al óleo , necesitarás también diluyente para facilitar la aplicación y limpieza.
Antes de empezar, asegúrate de mezclar bien la pintura. Usa una paleta de madera o cualquier objeto similar para revolver el contenido del tarro desde el fondo hacia arriba, hasta que esté completamente uniforme. Aunque la pared se vea en buen estado, es importante lavarla con agua y jabón para eliminar polvo o grasa. Luego, enjuaga con abundante agua y deja secar por completo. Protege los muebles y el piso usando plástico o papel periódico, y trabaja con ropa cómoda que no te preocupe manchar.
Para que la pintura funcione bien y se vea como esperas, es importante seguir las recomendaciones de dilución y usar el solvente adecuado. Esto mejora el secado, el brillo y la adherencia.
También es clave considerar el clima: si hay mucha humedad, la evaporación del solvente puede generar condensación en la superficie recién pintada, dejando manchas blancas. Por eso, siempre revisa las condiciones antes de empezar.
Si no usas guantes, un buen truco es aplicar un poco de aceite emulsionado en tus manos antes de pintar. Así será más fácil limpiarlas después. Como es común que caiga pintura en la ropa, usa prendas que no te importe manchar. Y si vas a pintar techos, ponte un gorro para proteger el cabello. Al momento de diluir la pintura, agrégale el diluyente poco a poco y revuelve bien desde el fondo para mantener la mezcla uniforme
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